lunes, 22 de diciembre de 2008

Consumámonos

En estos momentos de crisis, recesión y quien sabe si predepresión de nuevo todos los dirigentes occidentales nos piden que no relajemos el consumo. Como muestra os dejo un botón inglés y otro alemán.
No vamos a despreciar la importancia que tiene la demanda en una economía, da igual del tipo que sea (EUA -mercado por encima de todo-, UE -teórica economía social de mercado-, China -mercado en manos del estado-, etc). No somos tan burros. Es obvio que la demanda juega un papel clave en la configuración de los equilibrios macroeconómicos. Debe haber amplia base de demanda solvente, con capacidad de compra, aunque también con capacidad de ahorro, endeudamiento (moderado), inversión, etc.
Lo que nos aterra es que ante la crisis actual, que marca el final de un modelo de sobre-endeudamiento, sobre-consumo, sobre-explotación del planeta y de miles de millones de seres humanos, especulación, despilfarro de recursos, mentira corporativa, apalancamientos brutales, etc, lo que nos proponen muchos es que sea el consumo (hiperconsumo diríamos nosotros) el que salve de nuevo el sistema. Que todo cambie, para que todo siga igual.
A mi, consumir no me hace muy feliz. Aunque tengo mis debilidades (libros, comidas concretas, etc). Pero en general comprar por comprar me aburre y no le encuentro satisfacción alguna. Al vivir en la parte buena del planeta puedo tener valores postmateriales y encontrar que el hiperconsumo no me hace feliz. Si viviera en la parte mala del planeta el consumo seguro que me atraería. Pero creo que superado cierto umbral, más consumo no es, en modo alguno, igual a más felicidad.
Y lo que digo desde el punto de vista humano o moral creo que es tambien predicable, en cierta medida, del modelo macroeconómico. ¿Es bueno un modelo económico que necesita del hiperconsumo de bienes y servicios maduros (cuya producción es insostenible ecológicamente y socialmente explotadora), pero a la vez tiene severas dificultades para descarbonizar nuestro sistema energético o dar comida, vestido, techo, eduación, sanidad, ... decentes a todas las personas? ¿Ahora que vamos a tener que reinventar la economía clásica para hacer frente a la recesión o depresión no estaría bien que demos a luz un modelo basado en la satisfacción de las necesidades de la humanidad, con respeto a los límites físicos del planeta y no en las apetencias de los directivos de las multinacionales? ¿No es posible hacer pivotar el nuevo modelo económico, orientado hacia los valores y fines que he mencionado, en la inversión (una buena parte de ella pública), en la generación de valor añadido para la humanidad y no solo para el mercado, en el ahorro, en la innovación, en la socialización del conocimiento y el bienestar global, en el respeto a los límites físicos del planeta ...?
Ahora que hemos visto los devastadores efectos de una economía al servicio de las finanzas ¿no es posible sentar las bases de un nuevo sistema económico en el que lo financiero sea un medio (uno de ellos, no el único medio económico o corporativo) y no un fin? ¿Podemos dar a luz un sistema económico que no excluya de raíz a casi un tercio de la humanidad (especialmente a Africa) a la que deja morir lentamente de hambre? ¿Podemos dar a luz un sistema económico que no necesite del hiperconsumo y el despilfarro?

7 comentarios:

  1. Las técnicas del mercado cada vez son más agresivas, apenas nos dejan descansar. Hemos pasado sin interrupción de la incorporación al trabajo, o al colegio -en su caso-, a la compra de turrones navideños y licores espirituosos. Ya tenemos a las grandes superficies con las fachadas convertidas en gigantescas pantallas de cine -que venden ilusiones encorsetadas en modelos milenarios- para buscar la admiración y la sonrisa de los infantes. Las avenidas de medio mundo se han llenado de luces multicolores… de campanitas y árboles navideños… de pelotitas patinadas y aderezadas de falsa nieve… de cadenetas… de renos que arrastran trineos donde, se supone, están almacenados todos y cada uno de los modelos de juguetes, muñecos, esencias, corbatas y televisores posibles.

    Papá Noel está a la vuelta de la esquina, y el cartero real espera a que se vaya para recoger las peticiones dirigidas a los Magos de Oriente que ya vienen en camellos, vehículos especiales, carrozas o aviones, según. ¡La cosa tiene guasa, vamos! Lo del consumismo no tiene freno posible.

    Cada aldea, cada pueblo, cada ciudad, se ha convertido en una feria multicolor con la que incentivar la compra compulsiva y gastarnos el dinero que no disponemos o debiéramos utilizar, si fuéramos racionales, en otros menesteres. ¡Pues no, a comer mantecados desde ya! Pero, claro, alguien me dirá, es bueno mantener las tradiciones. Lo que no es bueno es que te quedes sin blanca porque la televisión le meta por los ojos a tu vástago un aparatejo que sabes que no le va a reportar nada, pero, es lo que se lleva este año para los chicos de su edad. ¡Lo dice la tele cincuenta veces al día! ¿Cómo no va a ser bueno para nuestro hijo?

    ¿Y que pasó con el mensaje de que hay que ahorrar energía que los expertos nos decían hace muy poco? ¿Se olvidó? ¿Era mentira? Es decir, la semana pasada, científicos de todos los países reunidos , le cortaban un traje al planeta Tierra que para qué vamos a comentar porque es sabido de todos. Estamos, si no modificamos nuestros hábitos de vida, especialmente los de consumo energético, al borde del Apocalipsis. Y ahora, medio mundo, una semana después, no solo no consume menos sino que nuestros regidores encienden millones y millones de luces, como diciendo, olvídate de lo que te han dicho hasta que pase la primera quincena de enero. Y lo peor de todo es que, todos los ayuntamientos –o administraciones que ejercen funciones similares-, gastarán lo que haga falta en una competición absurda por el mero hecho de escuchar: ¡Qué bonita ha quedado la ciudad, alcalde!

    ¿Es mucho pedir… algo de cordura a los representantes de la cosa pública y que no se enciendan tantas luces en Navidad? Tan difícil de explicar a la ciudadanía es, que, solo se encenderán las luces de un árbol en cada ciudad, y que el dinero que se ahorrará en este fastuoso y absurdo consumo se aplicará en comprar y plantar árboles autóctonos para recuperar parte de la autoestima necesaria y podernos denominar seres racionales. ¿No sería políticamente correcto? Pues, los que piensan que no, se equivocan. No podrían hacer un mejor regalo a sus hijos y nietos.

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  2. Feliz Navidad blogeros empedernidos

    Blanca

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  3. Tienes buenas ideas pero eres un iluso,mientras DON DINERO mande no hay nada que hacer,sin embargo da gusto leer opiniones como la tuya.

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  4. Nuestras autoridades están intendo salvar la economía mundial con las dos recetas ya conocidas: el helicoptero de Friedman desde el que las autoridades tiran dinero sobre la gente y el si es necesario abrimos y cerramos zanjas a costa del presupuesto público de Keyness. De todo esto hay muchas versiones, pero todas muy concurrentes: EUA, Japón, China, UE, España y Euskadi) A mi todo esto me da mucho miedo. Se está acabando el libro de instrucciones. ¿Y cuando se acaben las soluciones clásicas? ¿Que hacemos si la economía mundial no arranca? Para animarnos un poco más el Gobernador del Banco de España (MAFO) acaba de decirnos que la desconfianza es total. Espero que alguién encuentre soluciones. Hace unos días me decía un profesor universitario de economía que las soluciones no vendrán de la mano de los economistas. Yo espero que las soluciones vengan de abajo a la izquierda. Pero me temo lo peor. Aqui en España solo le he oído decir a IU que la crisis no la pueden pagar los de abajo, las y los trabajadores y que los fondos públicos hay que ponerlos al servicio de las rentas más modestas, de la economía productiva y del cambio de modelo económico.

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  5. Piensa antes de comprar…
    Ya han comenzado los anuncios en la TV, los catálogos de juguetes, los escaparates llenos de atractivos productos para regalar…Los niños comienzan a calentar pilas, a pensar en regalos de Reyes, en comprar, en tener y tener…
    Y los padres también. Nos quejamos de que cada Navidad es lo mismo: regalos y más regalos; nos quejamos de que nuestros hijos lo tienen todo, de que cada vez valoran menos las cosas pero… ¿acaso esta Navidad va a ser diferente? Si no haces algo para cambiar la situación, la situación no cambiará.

    Acuerdate, antes de comenzar de lleno la euforia consumista, que eres tú el que compra los juguetes y los regalos, no tu hijo. Esto quiere decir que ellos piden y piden, como es normal en los niños, pero eres tú quién tiene el sentido común y el criterio para decidir qué es lo mejor para él.

    Piensa si es necesario comprarle todas las cosas que pide, si es necesario que le regales incluso aquello que no ha pedido y que te apetece más a ti. Antes de comprar nada:

    • Piensa cuantos regalos va a recibir: en tu propia casa, en casa de los abuelos, de los padrinos, de los amigos... Demasiados regalos empobrecen a tu hijo pues se acostumbra a un derroche innecesario y no aprende a valorarlos.
    • Piensa en tu hijo, no en ti. Si tu hijo tiene tres años… ¿para qué regalarle un robot que habla inglés, tres peluches, dos coches teledirigidos, un tren y un ordenador especial para bebés? Un humilde juego de anillas tiene más valor para él que el juguete mecánico más prodigioso del mercado.
    • Piensa si ese regalo le aporta algo o, al contrario, le empobrece. Y si tiene 15 años… ¿por qué regalarle ese juego de Playstation 3 donde la diversión consiste en robar coches o matarse unos a otros, tan solo porque lo tienen todos sus amigos y sus padres les dejan? Tú no eres el padre de los otros chicos sino de ese chaval al que le vas a permitir jugar a matar virtualmente a otros seres humanos. Negocia con él una alternativa pero no le compres lo que pide solo para evitar conflictos o para que sea igual que sus amigos.
    • Piensa si es un juguete de un mes, al que luego abandonará en un estante de la casa, un juguete vacío, o un juguete educativo, con trasfondo, que mantiene el interés de tu hijo durante un periodo de tiempo considerable y le aporta valor.

    Si este año la crisis te ha alcanzado, no te preocupes por pasar las Navidades más sencillamente. Sorprende a tus hijos con detalles cariñosos, pasa más tiempo con ellos y abrázalos tanto como puedas. Te aseguro que si solo reciben un regalo pero ese regalo está acompañado por una sentida y amorosa carta les habrás hecho el mejor regalo del mundo.

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  6. Hace casi dos meses la Comisión Nacional de la Energía (CNE), dependiente del Ministerio de Industria, propuso la salvajada de subir la luz un 31% para el primer trimestre del 2009. Ohh... Dos meses después ahí viene raudo y veloz, anunciando que la subida será "sólo" del 3,4% de media, un puntito por encima de la inflación registrada en noviembre. La disculpa ahora es acabar con el llamado "déficit tarifario", pasando por alto que mucha gente está en estado de déficit existencial y ahogada por tanta factura. Pero no pasa nada señores, que nadie va a protestar lo más mínimo. Otra menudencia más que veremos bien detallada y en colorines en nuestro buzón mientras las eléctricas siguen especulando en otros sectores con sus barrigas bien eurollenas. Mientras desde tantos sitios y tantos despachos nos piden que nos apretemos el maldito cinturón...

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  7. Pues eso, le haremos al cinturón otro agujerito de nada.

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