sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Y si nos quitamos la venda de los ojos?

Creo que hay una utilización perversamente sesgada por parte de muchos políticos de las situaciones problemáticas de los jóvenes que luego a fuerza de ser repetida acaba calando en mucha gente; lo más fácil es echar balones fuera y quedarse tan anchos diciendo que hay que hablar de usted a los profesores o hacerlos levitar 30 centímetros sobre el nivel del suelo y de nuestras cabezas como medidas que solucionarán algo.


No hay interpretación sencilla para un problema tan complejo como el que se está debatiendo estos días, pero como esto solo es un blog, me apunto a lo que representa esta viñeta.

Como tantas veces, las soluciones a los problemas están muy cerca y a mano. Claro que saber reconocerlos es un paso necesario para arreglarlos.

4 comentarios:

  1. hola souy manuel pcia de sgo del stero tengo 26 años tengo una familia,yo veo por la tele tanta violencia como en las escula en los boliches ahi tiene que ver los padre de cada uno de sus hijo si al chico lo dejaron desde muy chico ya no podra hacer cambiar, esta muy mal las cosa con los chico o lo jovenes perdieron todo

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  2. Mucho se habla en estos tiempos de la violencia escolar. Ante todo pienso que deberíamos empezar por ser más precisos y decir violencia en la escuela, ya que los hechos violentos que vemos en algunas aulas no son ni más ni menos que el reflejo de la misma violencia que vemos a diario en buena parte de la sociedad.

    La escuela no escapa a lo que sucede en algunas canchas de fútbol, en algunos programas de tv, en algunos sectores del gobierno y hasta en algunas familias.

    Me he permitido abusar de la palabra “algunos” porque mientras que unos alumnos salen en You Tube agrediendo a sus docentes y molestando a sus compañeros sin aprovechar la clase, otros son noticia por organizar actividades solidarias, por fabricar un calefón solar, o por trabajar todo el año para apadrinar a una escuela de frontera.

    ¿Qué diferencia entre sí a estos grupos de alumnos? No olvidemos que estos jóvenes solidarios son parte de la misma generación que los que están saliendo en los medios por hechos de violencia. ¿Qué cambia entonces?

    Creo que es fundamental la mirada que se pone en ellos, la confianza que se les transmite acerca de que un mundo mejor es posible y de que ellos pueden hacer algo para lograrlo.

    ¿Los alumnos que son violentos están interesados por el aprendizaje? ¿Están motivados para adquirir nuevas capacidades y ponerlas en práctica en un proyecto significativo?

    Los docentes podemos hacer mucho, pero lamentablemente no hay recetas infalibles ya que cada escuela y cada aula es un mundo y las estrategias requieren de un diagnóstico preciso. Es por ello que, más que propuestas, me permito hacer unas reflexiones en torno a este gran problema.

    Considero que debe hacerse un replanteo en torno a la función de la escuela en el contexto actual y proponerse alternativas viables que incluyan a todos sus miembros —alumnos, autoridades, docentes, personal administrativo—, donde la escuela debe recuperar su misión de formar ciudadanos capaces de mejorar la calidad de vida y de colaborar en la construcción de una sociedad justa, fraterna, democrática y participativa; es decir, enseñar valores.

    Si creemos que es una tarea ardua o imposible, les sugiero ver la película “Mentes peligrosas”.

    Es importante insistir en la enseñanza de valores, en todos los sentidos. Los educadores y las familias debemos asumir nuestra responsabilidad en ello y trabajar con perseverancia en su consecución.

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  3. Podemos creer que esto es cosa de otros y que nunca iba a llegar aquí. Pero lo cierto es que el fenómeno ha venido entre nosotros de una manera preocupante. Según datos del amigo Javier Urra, quince de cada cien profesores de secundaria han sido agredidos físicamente alguna vez y un 73% verbalmente, y son muchos los que manifiestan sentir miedo al entrar en clase. De ahí que el 80% reclame instrumentos para ejercer más y mejor la autoridad docente.

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  4. No creo que el problema esté en la escuela, en la enseñanza que allí se imparte. Creo que el problema viene de casa. En unos padres que cada día consienten más y a mas temprana edad. Que defienden actitudes indefendibles en sus hijos. Que ven normal que a los 13 años salgan de noche y beban, que ven normal que con 15 años planten marihuana en casa. Padres que pretenden convertirse en los mejores amigos de sus hijos y que se olvidan de algo tan esencial como la disciplina...y no hablo de usar el cinturón, hablo de una disciplina en los horarios, hablo de una disciplina en la higiene, en la alimentación, en la educación...que hace un niño de 14 años a las 3 de la mañana de un martes en el parque de Otxartaga?. están criando a niños consentidos, acostumbrados a recibir todo sin esforzarse para conseguirlo. Niños que ante la negativa reaccionan con violencia..y padres que ceden a esa violencia dando lo que les piden. Y una vez que han cedido les han mostrado el camino a seguir...el de la fuerza.
    Las consecuencias las pagamos los demás, los padres que hemos educado a nuestros hijos enseñándoles que el modo de resolver conflictos es el diálogo.. y sobre todo nuestros hijos, que se asoman a un mundo en el que el hombre es lobo para el hombre y donde aprenden que lo que les hemos enseñado no les sirve de mucho ,que lo que impera es la ley del más fuerte.Conozco su mundo, mi trabajo me lleva en muchas ocasiones a entablar relación con esos niños y sus progenitores, solo hace falta franquear la puerta de su casa para ver donde está el problema. Ya lo decía un castizo refrán.."de mala marrana, buenos tostones?...si por los cojones"

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