lunes, 18 de julio de 2011

Gaurko ipuina

Cuando en mi casa comíamos arroz con leche (sólo en ocasiones especiales), no sé porqué siempre me tocaba a mí el mismo plato.

A medida que, cucharada a cucharada, iban desapareciendo el arroz y la leche, en el fondo iba apareciendo la figura de un soldado que ondeaba una bandera republicana.

Cuando el fondo del plato estaba totalmente limpio, a veces porque yo le pasaba la lengua, mi madre siempre decía: “Algún día vamos a tener un disgusto con este plato”.

No sé cómo llegó a mi casa, ni qué habrá sido de él, pero es mi referencia de la Guerra Civil… del miedo del que hablaba mi abuela, del silencio, del racionamiento, del hambre.

Yo tendría 9 ó 10 años, ahora tengo 50 y aún recuerdo el rostro de aquel soldado…; y el de mi abuela…; y el de mi madre.

Argimiro Gómez Sánchez

5 comentarios:

  1. La razón de la fuerza impera en el mundo animal, en el cual el pez grande tiene derecho a comerse el chico.
    Después de experiencias tan frustrantes como la del fascismo, constatamos que la razón va adquiriendo fuerza entre los humanos. Que no se pueden imponer dogmas a las personas. Pero está costándonos mucho reconocer la igualdad de derechos. Aunque ahora parezca que África no empieza en los Pirineos.

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  2. Monarquía. República. Guerra. Dictadura. Monarquía.

    ¡Malditos los que llevan la guerra a los pueblos!

    ¡Malditos los que llevan los pueblos a la guerra!

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  3. Una victoria duradera requiere un carro cada vez mayor. Siempre necesita gente nueva y los veteranos no se quieren ir.
    Ahora que la generación de republicanos y nacionalistas parece haber agotado su turno, los indignados llaman a la puerta.
    Y así hasta que alguna generación de hijos o nietos de derrotados no pueda con todo. Y es seguro que cada vez está mas cerca.

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  4. Nos condenaron al silencio porque no tenían razón. Nuestros abuelos y abuelas nunca perdieron la esperanza de que algún día les sería reconocido su gran sacrificio, su sufrimiento. Nosotros tampoco la debemos de perder. En su memoria y por el futuro de nuestros hijos.
    Hoy día y en Europa, aquella masacre es indefendible. Las ideologías totalitarias han quedado en evidencia.
    Han acertado los indignados que han optado por acudir a Bruselas. Aquí ya no podemos esperar comprensión y reconocimiento. Pasó su turno. Para ellos es simple cuestión de intereses. Para nosotros; nó.

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