miércoles, 1 de octubre de 2014

HACEDORES DE NUBES...TÓXICAS








El verano es esa época en que disfrutamos de un azul inhabitual sobre nuestras cabezas.

Sin embargo en los atardeceres que huelen a mar, desde mi casa de Ortuella, observo fascinado como, invariablemente, una nube se forma en las laderas del Serantes extendiéndose hacia la Arboleda.

Es una nube diferente, con cierta magia, una nube que me recuerda a un pastel, concretamente a una Carolina.


Sí, hacedores de nubes. Quizá sea el título de un cuento o algo que se me quedó prendido en alguna esquina de mis recuerdos. Y ahí lo repito.
Pero esas nubes extrañas, poco a poco, con el tiempo, fueron desvelando su secreto. Siempre solas, suspendidas del azul, siempre ahí, a la misma hora.

Al igual que esas estelas en el cielo, que dibujan el discurrir de los aviones, las nubes del Serantes también nos marcan el camino...de otro humo. Humo de las chimeneas de Petronor, que por toneladas son lanzadas al aire común para socializar sus miserias y privatizar sus ganancias. Cada tonelada de humo son billetes para Josu Jon y sus amigos, cada tonelada de humo son mayores posibilidades de cáncer para todos aquellos que lo respiramos.

Y la bruma del Cantábrico, al acabar el día, abraza con sus pequeñas gotas de vapor las partículas cancerosas PM10 y PM2,5, formando esas nubes algodonosa, a veces blancas como la nieve, otras oscuras como la tormenta, para denunciar lo que nosotros no nos atrevemos a gritar.

Petronor, y ahora con el coke mucho más, derrama por los cielos toneladas de polvo, hollín, azufre, metales... que se quedan flotando sobre nuestras casas, esperando, pacientemente, a lanzarse, como aves de presa, sobre nuestros pulmones, con nocturnidad y alevosía.

Sí, nuestra eterna amiga, la mar, cada atardecer, apiadándose de nosotros, con su brocha húmeda descubre y pinta al intruso y con él, por la noche, también muere, . Luego amanecerá temblando sobre la hoja de cualquier flor, guardando en sus entrañas aquel PM10 o PM2,5 que estaba destinado a formar parte de cualquiera de nosotros, en lo más profundo de nuestros no tan sonrosados pulmones.

Petronor, asesino, hacedor de nubes tóxicas.

Desde Ortuella, con odio.




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