domingo, 18 de octubre de 2015

LA VIOLENCIA DE LA CULTURA ROSA



A propósito de la cercanía del día Internacional del Cáncer de Mama os ofrecemos un resumen de un artículo publicado por la antropóloga e investigadora de la Universidad de Lancaster Ana Porroche-Escudero. Un análisis a las campañas del lazo rosa desde un punto de vista crítico y feminista. De formas sutiles y no tan sutiles la "cultura del lazo rosa" infantiliza a las mujeres, sexualiza los cuerpos, trivializa la enfermedad y aporta información sesgada. 



EL LAZO ROSA ESTÁ DE MODA Y PRODUCE ABUNDANTES BENEFICIOS ECONÓMICOS


Para concienciarnos sobre la lucha contra el cáncer de mama, contribuimos a la causa comprando camisetas, lacitos y productos rosas o participando en eventos benéficos. Con el objetivo de esa “concienciación colectiva” se ha generado un ambiente festivo y un interés público sin precedentes.. El problema es que el término “concienciación” se ha despolitizado, lo que tiene consecuencias gravísimas.
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) es un ejemplo de esta lectura controvertida. Básicamente su concienciación consiste en seguir los mandatos médicos y llevar una vida saludable. El adoctrinamiento proviene del tono paternalista, monocromo, anteponiendo el acatamiento de las normas sobre el comportamiento personal , apelando a las responsabilidades de género para influir en el comportamiento de las mujeres.

Esta visión contrasta con la “concienciación  crítica”, una corriente feminista basada en la información crítica y la promoción de la autonomía personal. Como consecuencia  de esta despolitización, cualquier crítica al modelo actual es acusada de poco ética e inmoral y de ir en contra de los intereses de las mujeres. De igual manera, toda actuación que se hace en nombre de la “buena causa” se considera legítima, gastando millones de euros en esfuerzos educativos que no fomentan la autonomía personal. Raramente se cuestionan los medios empleados para conseguir los fines. El sexismo, la infantilización de las mujeres, junto al uso de la pedagogía del miedo son acciones justificadas dentro de un marco patriarcal y monopolizado por la autoridad médica.

La suposición es que las personas enfermas y el público en general, son incapaces de entender la información médica y tomar decisiones por sí mismas, de ahí el énfasis en la tutela paternalista.  La infantilización está ligada a la tendencia de trivializar la enfermedad. El uso del color rosa crea una falsa sensación de festividad, suaviza la crueldad de la enfermedad y ridiculiza el miedo a través de la negación de la mortalidad, suprimiendo el espíritu crítico.

 No tenemos que recurrir a un lenguaje apocalíptico, ni negar los beneficios de una actitud positiva frente a la vida. La concienciación crítica requiere realismo, la actitud de aceptar una situación tal y como es y de estar preparada para enfrentarse a ella como corresponde.

La sexualización de la enfermedad y el protagonismo de los senos como objeto de de placer sexual masculino son otras formas de violencia invisible. Los pechos se muestran como objetos donde el placer (del otro) y el consumo van a la par, como si fuesen el único atributo que hace mujer a una mujer. El arquetipo propuesto de mujer reproduce una sexualidad encorsetada, donde la hiperfeminidad, la heterosexualidad, la juventud y la simetría corporal representan el ideal. Los pañuelos, el maquillaje, las prótesis y las reconstrucciones mamarias son artefactos al servicio del patriarcado.

La publicidad y el consumismo también participan de estas acciones educativas por interés mercantil. Resulta curioso que compañías que patrocinan este tipo de acciones sean responsables de producir agentes contaminantes en sus productos y de estar ligadas a la industria farmacéutica . Quieren lavar sus conciencias con dinero sin importarles la salud.


Existe el peligro de que los esfuerzos de prevención se centren exclusivamente en modificar el comportamiento de las personas. Esto conlleva que se haga responsable a éstas de prevenir el cáncer y de detectarlo y de culpabilizarlas si la cosa sale mal. Igualmente, este paradigma centrado en la mujer, oscurece la responsabilidad de los gobiernos de actuar y evita la investigación sobre las causas del cáncer.

Ana Porroche-Escudero 






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres cambiar algo, sé parte del cambio, implícate, participa, difude. Desde fuera mirando sólo adquieres el vicio de la crítica.